El año pasado se conmemoraba el quinto centenario del nacimiento del artista baezano Gaspar Becerra Padilla (1520-1568), para lo que se había creado un comité en el que estaban los ayuntamientos de Baeza y Astorga, aparte de nuestras universidades y otros organismos y personalidades. Lógicamente el ambicioso programa previsto se ha visto mermado por la pandemia. Sin embargo, el proyecto de instalar una escultura de bulto redondo, en bronce, en una de sus calles sí ha seguido felizmente su curso. Se trata de un retrato de tamaño natural en el que el personaje se efigia de pie, en una visión idealizada y a la vez realista, con una actitud contemplativa que sin duda se acerca al ciudadano que lo visite en el Pasaje del Cardenal Benavides. La escultura de este gran artista del Renacimiento la ha hecho Antonio Pérez Almahano (Barcelona, 1956), profesor desde hace muchos años de la Escuela de Arte “Gaspar Becerra”,  y creador igualmente de varios monumentos diseminados por Baeza, dedicados a grandes personajes vinculados con la población: San Juan de la Cruz (1991), El ballestero (1998), San Fernando (2005),  Antonio Machado (2009), y Andrés de Vandelvira (2018).

La Caridad. Bajorrelieve del banco del retablo. Astorga. (Foto: Imagen Mas).

Gaspar Becerra es una figura eminente del Renacimiento español que trajo la manera de hacer miguelangelesca tanto en pintura como en escultura. Fue nombrado por Felipe II pintor real en 1562. De su estancia en Italia se conocen intervenciones suyas en Roma de la mano de seguidores de Miguel Ángel como Vasari o Volterra. Su romanismo está presente en el retablo de la catedral de Astorga y las pinturas de la Torre de la Reina de El Pardo, ambas ahora restauradas.

La primera noticia  sobre Gaspar Becerra como baezano la proporcionó en 1582 el historiador coetáneo Gonzalo Argote de Molina, y quedó corroborado en 1829 con el conocimiento de su testamento, otorgado en Madrid el 22 de enero de 1568. Recientemente ha habido nuevas aportaciones que dejan claro el origen baezano de este artista.

Nació en el seno de una familia con el oficio de pintor. Su madre se llamaba Leonor Padilla y su padre fue el pintor Antón Becerra, autor documentado de un retablo de pinturas para la Parroquia de Santa Cruz al que pertenecerían dos tablas dedicadas a San Pedro y San Pablo que se encuentran actualmente en el Museo de la Catedral baezana. Otros familiares también se dedicaron al oficio como Francisco, Pedro y Juan Becerra lo que  nos dice mucho del sistema de trabajo familiar y la existencia de un taller. Por lo tanto, el ambiente familiar era propicio para el desarrollo de una personalidad tan rica y tan creativa en lo plástico como es nuestro autor. Se sabe que estuvo en Córdoba con su hermano Juan y surgió  el apoyo del obispo de la diócesis, Fray Juan Álvarez de Toledo, hijo del duque de Alba para que Becerra se presentara ante el duque de Médicis, señor de Florencia.  Después de una creativa estancia en Roma en 1557 volvió a España. Aquí tuvo diversos encargos artísticos pues se apreciaba mucho su estilo a la  maniera romana, sus aires clásicos a los que estaban abiertos en la Corte de manos de Juan Bautista de Toledo,  arquitecto real desde 1561.

Vista general del techo de la torre de la Reina del palacio de el Pardo, Madrid. (Foto: Patrimonio Nacional).

Hay referencias de diversas obras realizadas para la Iglesia, algunas de las cuales han desaparecido. Sin duda la de mayor empaque y trascendencia fue el encargo del retablo mayor de la catedral de Astorga, cuyo contrato firmó el 8 de agosto de 1558. Con esta obra se marca un antes y un después en nuestro país en cuanto a la rotundidad de lo arquitectónico y las dimensiones de las esculturas. Es indudable la belleza, la precisión del dibujo y la fuerza de las formas de las virtudes en bajorrelieve ubicadas en su banco: la Vigilancia, la Religión, la Fe y la Caridad.

El nombramiento como Pintor Real en la Corte de Felipe II fue un reconocimiento de primer nivel, como no podía ser menos. Esta especial vinculación le supuso el encargo de diversos programas artísticos y él adquirió el compromiso de diseñar y dirigir. Sin duda, la obra que mayor fuste tiene de las conservadas después de Astorga es la decoración de la Torre de la Reina en El Pardo, en concreto el techo, con un programa iconográfico mitológico que vendría a reforzar la posición del rey como  triunfador en sus disputas con los protestantes, como trasunto de la historia de Perseo que es la temática de los frescos.

El artista murió en Madrid con sólo 48 años, en la plenitud de su desarrollo artístico y profesional.

 

Foto portada: Escultura de Gaspar Becerra en Baeza, obra de Antonio Pérez Almahano. (Foto de J.L. Chicharro)

José Luis Chicharro Chamorro

Cronista de Baeza. Doctor en Historia

Por José Luis Chicharro Chamorro

Cronista de Baeza. Doctor en Historia